Acontinuación señalamos siete pecados o errores políticos que debe evitar quien ocupe la Presidencia a partir de mayo próximo, con “capital” no nos referimos a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros.
- Olvidar que durante casi dos décadas se ha producido un desencanto político de la población, que con altibajos sigue presente. Para la mayoría de los costarricenses, el país no tiene rumbo o va en dirección equivocada.
Este desencanto se manifiesta con más fuerza, a partir del gobierno de Figueres Olsen, cuya agenda converge con la de la Unidad Social Cristiana, reduciendo las posibilidades de escogencia para el electorado y eliminando las esperanzas de quienes simpatizaban con la socialdemocracia y tenían la ilusión de que de que el país avanzara por una senda distinta. La desilusión con la administración Figueres se manifestó con la reprobación de su labor, por parte de la mayoría de la población, durante casi todo el cuatrienio y se tradujo en el abstencionismo de casi una tercera parte de los votantes en la elección de 1998.
El resultado de las manifestaciones del “Combo del ICE”, creó entusiasmo nuevamente y en las elecciones del 2002 se formó un nuevo mapa político que acabó con el bipartidismo y dio vida a otras fuerzas políticas. Pero el periodo 2002-2006 fue nuevamente de decepción tanto con el gobierno de Abel Pacheco como con los nuevos partidos, PAC y ML. De nuevo nos encontramos en el 2006 unas elecciones con poco entusiasmo, crecimiento del abstencionismo y clara polarización de fuerzas que volvió a repetirse en el referéndum sobre el TLC.
El presidente Arias ha mantenido una mejor calificación que sus predecesores pero la polarización continúa, hay escasez de consensos y el multipartidismo presagia un congreso aún más dividido.
“Sería un grave error ‘ningunear’ la oposición o comunicarse con ella solo por carta” .
Doctor en desarrollo económico
- Desconocer la desigualdad que ese proceso político y socioeconómico ha generado en toda la sociedad costarricense, las diversas visiones contrapuestas que existen en distintos sectores de la sociedad sobre el futuro del país y las tensiones que ha creado esa desigualdad en diversos niveles que se manifiestan cotidianamente.
Esto crea un gran desafío para la próxima presidencia.
III. Ya no es aceptable decir “el barco necesita capitán”, eso es un hecho, ahora, desde antes de llegar a la Presidencia, debe quedar claro hacia dónde nos piensa llevar el nuevo capitán.
- Que el presidente crea que su triunfo electoral es el fin de algo y no el principio de un proyecto. Su victoria electoral le aporta legitimidad, pero el liderazgo no viene con el gane, este es producto de la capacidad de lograr que las ofertas realizadas en campaña se realicen.
- Menospreciar, rechazar las diferencias o pretender la uniformidad en una sociedad plural en sus diversos planos incluyendo el político. En esencia, debe aprender a leer el verdadero deseo de las mayorías y minorías, y en el plano político sería un grave error “ningunear” la oposición o comunicarse con ella solo por carta.
- No reconocer que el modelo económico ha mostrado limitaciones en su tarea de desarrollar el país y constituir una sociedad equitativa con iguales oportunidades para la población. Los porcentajes de pobreza permanecen altos a pesar de los esfuerzos y se acentuó la injusta distribución de la riqueza.
VII. Aunque los problemas acumulados exigen que el mandatario se concentre en tareas inmediatas, sería un grave error la ausencia de enfoque para el largo plazo; el país requiere una visión de largo alcance que permita a la próxima administración y las siguientes la persistencia en el logro de objetivos para el beneficio nacional en áreas como la educación, economía, infraestructura, sostenibilidad ambiental y otros, en las próximas décadas.