El Indice de Confianza del Consumidor (ICC), contribución que El Financiero da para el análisis y la proyección sobre la economía del país, y que calcula mensualmente la empresa Unimer Research International, muestra una tendencia alcista en el último trimestre del 2005. Esta es una muy buena noticia. Sin embargo, mantener o incrementar esa confianza, y convertir en realidad las expectativas positivas, no es una tarea fácil y el reto es doble cuando estamos en una fase de transición de un gobierno a una nueva administración.
El ICC reporta las expectativas de los consumidores sobre su futuro particular y sobre la economía del país. Se sustenta en el hecho de que las personas toman decisiones a partir de sus vivencias pasadas, así como de información que circula alrededor de ellos, brindada de forma institucional -los medios de comunicación por ejemplo- y por fuentes informales. Si el consumidor actúa como piensa o dice, sus expectativas entonces tiene un efecto directo en la economía. Si el jefe de hogar y su familia se sienten optimistas, eso les da confianza, y están dispuestos entonces a invertir o gastar en cosas que requieren o a las que aspiran, y deciden endeudarse para adquirir esos bienes. El consumo dinamiza la economía. Pero si el sentimiento que impera es el pesimismo, las familias reducen sus gastos y guardan su dinero para un mejor momento.
El Indice de Expectativas de los Consumidores que desde 1952 calcula la Universidad de Michigan en Estados Unidos ha comprobado ser una excelente indicador sobre el curso futuro de la economía. Si un empresario sabe hacia donde va el país, puede tomar previsiones y actuar conforme a esa situación esperada. Eso explica que El Financiero decidiera encargar a Unimer la elaboración periódica del ICC, así como del Indice de Condiciones Actuales de la Economía (ICAE) y el Indice de Expectativas de los Consumidores (IEC).
Luego de 12 meses de reportarlos, durante todo el 2005, existen datos de mucho valor para el sector privado sobre el consumo de las personas. Entre estos está el hecho de que los consumidores con mayores ingresos no muestran grandes variaciones en sus intensiones de consumo futuro. Otra es el hecho de que las personas, a todo nivel, tienen muy presente la situación de la inflación del país, es decir, asumen las variaciones constantes en los precios de los bienes y servicios, de manera que toman decisiones con respecto a esas expectativas, sobre todo porque sienten que sus ingresos no se incrementan en la misma proporción. Se evidencia también que a más edad, más pesimismo, e igualmente a menor educación de la persona, menor es el optimismo. Además las expectativas en torno al empleo al futuro tienden a ser mayoritariamente negativas. Y, desde que se realizó la consulta, se confirmó la percepción de que el gobierno hace un mal trabajo o simplemente lo necesario; los más críticos a este respecto son las personas de un nivel educativo alto. Un dato interesante, que se evidenció en la última medición, es que quienes van a participar con su voto en el proceso electoral sienten mayor confianza sobre el futuro, es decir, creen que su candidato hará cambios importantes sobre la economía que lo impacten positivamente a nivel personal y familiar.
El ICC arroja también conclusiones interesantes para los tomadores de decisiones en el Estado y para los partidos políticos que aspiran a posiciones de poder en un nuevo gobierno. Sin duda, una de las más importantes, es que es necesario hacer algo drástico sobre el fenómeno inflacionario del país. Si las personas tienen incorporada en su actividad la inflación, y sienten el golpe en sus ingresos por el incremento constante en los precios, eso tiene un efecto real sobre la inflación misma. Se debe restituir la confianza del consumidor, sobre todo que sienta que sus ingresos no se ven afectados continuamente por los aumentos de precios. Las noticias de que existe coincidencia en distintos sectores de que el Gobierno central debe asumir las pérdidas del Banco Central, que generan inflación, son positivas y es conveniente que esa posibilidad sea una realidad en el corto plazo. El mayor golpe para las familias con menores ingresos está en la inflación, y por tanto la política social más efectiva es contenerla y sobre todo poder aspirar a un índice de un dígito.
El proceso electoral, el periodo de transición al nuevo gobierno, y el arranque de la gestión de la futura administración, representan momentos fundamentales para que las expectativas mejoren. Hacemos votos por que los buenos augurios de los últimos meses del 2005 no sean solo producto de los aires navideños y que la confianza del consumidor en la economía aumente.
Fuente: El Financiero