La encuesta Unimer-‘ La Nación’ revela una actitud más positiva de los ciudadanos.
Hay que trabajar duramente para no frustrar la mejora en las expectativas.
Los fuertes vientos de crisis que soplan en el mundo, y que ya han comenzado a afectar a Costa Rica, no impidieron que, en la más reciente encuesta de Unimer para La Nación , los costarricenses mostráramos un cambio hacia percepciones más positivas en torno a tres importantes aspectos: la gestión del presidente Óscar Arias y su Gobierno, la eficacia de la Asamblea Legislativa y las perspectivas sobre la evolución de la economía nacional y familiar.
De setiembre del pasado año, cuando se había realizado otra consulta, a la que se hizo en enero del actual, las opiniones buenas y muy buenas sobre la labor de Arias pasaron del 29% al 49%, sobre su Gabinete del 18% al 41%, y sobre el Congreso de 14% a 31%. Son todos aumentos muy sustanciales. El índice de confianza, que consiste en el promedio de un conjunto de variables, también creció, del 1,75% al 2,26%. Además, aunque las opiniones mayoritarias son negativas, disminuyó sustancialmente el porcentaje de quienes consideran que su situación económica es mala o podría ser peor.
Se trata de modificaciones importantes, tras las cuales parecen existir tres razones básicas. La primera es que, luego de un período de fuertes cuestionamientos a ciertas decisiones del Ejecutivo y de mínimos avances en las labores del Legislativo, para la época en que se realizó la encuesta ya se habían producido rectificaciones importantes. La Presidencia y varios de los ministerios retomaron capacidad de iniciativa, aunque no ausente de algunos traspiés. La Asamblea, por su parte, comenzó a trabajar en importantes iniciativas de ley, que no siempre han salido de la mejor manera posible, pero sí marcan una reorientación más productiva de su quehacer.
La otra razón es que, en medio de la desaceleración económica y su impacto sobre el empleo y la pobreza, la inflación ha comenzado a bajar; además, se ha puesto en práctica una serie de medidas, sean compensatorias en lo social o de estímulo a la actividad productiva, que han aumentado el margen de confianza de los ciudadanos; y no debemos olvidar que lo peor de la crisis todavía no parece haberse manifestado.
A las anteriores explicaciones se puede añadir una tercera, más estimulante: pareciera que nuestros ciudadanos, en lugar de sumergirse en el pesimismo ante a lo que está sucediendo en el frente económico, consideran que existen posibilidades de afrontar el oleaje, por sus propias acciones, por las iniciativas de los entes públicos y por la mayor confianza que muestran en quienes ocupan cargos de liderazgo político y gubernamental.
Es decir, existe una expectativa subyacente de que contamos con recursos, como individuos, familias, dirigentes, Estado y país, para administrar de la mejor manera posible la delicada coyuntura en que nos encontramos. En este sentido, también llaman favorablemente la atención las tres principales prioridades para el próximo año que dijeron tener los encuestados: estudiar (24%), evitar gastos innecesarios o gastar menos (18%) y conseguir o mantener el trabajo (17%); es decir, una clara conciencia de las responsabilidades y posibilidades personales.
No obstante, así como una conjunción de factores ha incidido en esa conveniente actitud, no debemos olvidar que un deterioro en los estímulos o una frustración de expectativas podrían mover las percepciones en un sentido contrario: hacia la censura y el pesimismo. Para evitar que esto ocurra y, más bien, para reforzar la disposición de los ciudadanos a avanzar, es indispensable que nuestros gobernantes y quienes, más allá de ellos, toman decisiones que inciden en el conjunto de la sociedad, hagan esfuerzos deliberados por no cejar en la articulación y ejecución de medidas que promuevan el bienestar y las oportunidades, con responsabilidad. A esto debe añadirse una voluntad de transparencia, explicación y apertura a las enmiendas que sean necesarias para ajustar lo que requiera enmienda.
Hasta ahora, lejos de ser un golpe para la autoestima o la esperanza, la forma en que se ha sentido y manejado la crisis económica en el país ha conducido a la sobriedad, la asunción de responsabilidades y la renovación de la confianza. No se trata, sin embargo, de algo inconmovible. De aquí la importancia de más y mejor trabajo.
Fuente: La Nación. 12 de febrero, 2009