El deterioro en el empleo golpea fuerte las expectativas de los hogares costarricenses, al punto de llegar a convertirse en pocos meses en el personaje más temido de esta trama llamada crisis.
De acuerdo con la Encuesta de Confianza del Consumidor correspondiente a marzo, la estabilidad laboral se perfila como otro talón de Aquiles del optimismo en el hogar.
Si bien la inflación ha mantenido una fuerte influencia sobre la confianza desde hace varios años, la visión pesimista del empleo gana protagonismo en la percepción de las familias.
Basta repasar por unos segundos lo que la gente dijo escuchar sobre las condiciones del empleo y los negocios en el país. El 87% de lo hogares expresó que hoy las noticias son menos favorables, el doble de hace un año.
Esto ayuda explicar por qué el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que calcula la firma Unimer para EF, se mantiene bajo. En marzo alcanzó 4,1 puntos (de 10 posibles), con una recuperación apenas perceptible en comparación con febrero.
Los resultados del estudio fueron presentados el 31 de marzo por Valeria Lentini, directora de proyectos de Unimer, durante el debate “Consumo y la Confianza del Consumidor”, organizado por EF.
Entre los aspectos más relevantes que destacó la investigadora se encuentra el impacto que el ICC puede llegar a tener sobre el consumo privado en Costa Rica. “Existe una causalidad entre ambos”, comentó.
El ICC lo calcula Unimer para EF, con base en una encuesta telefónica a una muestra de 400 hogares. En ella se plantean preguntas sobre la situación económica actual personal y del país, así como de las expectativas.
En la presentación de la encuesta Lentini confirmó que los precios dejaron de ser la variable crítica dentro de la confianza de los consumidores, y en su lugar aparece el desempleo.
El temor aflora con mayor fuerza entre los hogares más pobres. Ahí, el 70% de los jefes de hogar dijeron estar peor que hace un año; la falta de empleo gana presencia entre los argumentos que alimentan tal opinión.
Incluso quienes manifestaron estar mejor o igual, atribuyen su bienestar a la estabilidad laboral. Así, un argumento que en mediciones anteriores se había movido de manera discreta, empieza a ganar notoriedad.
En medio de la crisis, se confirma que algunas cosas se comienzan a valorar hasta que se pierden… o hasta que se está en peligro de perderlas.
¿Percepción o realidad?
73%
Porcentaje de personas que consideran que es un mal momento para hacer grandes compras.
0,11%
Variación trimestral en el consumo privado futuro, por cada cambio del 1% que muestra el ICC.
65%
Porción del PIB de Costa Rica que ha representado el consumo privado en el último quinquenio.
El ICC se basa en percepciones. Sin embargo, otra encuesta, “Los hogares ticos ante la crisis”, preparada dentro del proyecto Inteligencia Financiera en febrero, confirma que detrás de lo dicho, hay muchos hechos.
El economista Ronulfo Jiménez, coordinador del proyecto, comentó que en el 16% de los hogares consultados, algún miembro había perdido el empleo en los últimos tres meses.
Según un artículo publicado a finales de febrero en La Nación , en sectores como la construcción se habían recortado cerca de 16.000 puestos de trabajo. Mientras, en el sector industrial se eliminaron 5.000 plazas, y 800 en los servicios de intermediación financiera.
El desempleo es solo una de las maneras en las que el hogar puede ver deteriorada su situación laboral. También están los casos de personas que buscaron trabajo no lo encontraron, o bien, que enfrentaron un recorte de la jornada o las horas extra.
Jiménez recalcó que el 29% de los hogares ha sido afectado por al menos una de las anteriores situaciones. La coyuntura es más crítica en familias de bajos ingresos (menores a ¢250.000), donde el 40% declaró haber recibido algún golpe en su estabilidad laboral.
La situación económica también ha provocado trastornos en el ingreso familiar. Si de por sí estar desempleado compromete el flujo de recursos, existen hogares donde se echan de menos los aumentos de salario.
En el 58% de los hogares, a ningún miembro de la familia le habían aumentado el salario en los últimos tres meses. En aquellos casos donde había trabajadores por cuenta propia, el 44% resintió una disminución de los ingresos en el último año.
Para Jiménez, los datos de la encuesta confirman que la crisis tuvo un fuerte impacto en una mayoría de los hogares costarricenses, sea por la vía del empleo o de los ingresos. “Frente a esto las familias reaccionan y modifican sus decisiones de consumo”, resaltó el economista.
Comprar con la cabeza
El ICC refleja la disposición del consumidor a gastar en el futuro, como efecto de ello, tiene un impacto en la actividad económica. Lentini explicó que el resultado del ICC se manifiesta tres trimestres más adelante en términos de consumo.
Según las proyecciones de Unimer, el consumo privado entró en una fase de desaceleración desde el primer trimestre de 2009, y con base en las lecturas del ICC, se prevé que la tendencia se mantenga por el resto del año.
Lentini mencionó que por estos días los consumidores serán más racionales a la hora de adquirir productos. Las decisiones de compra dejarán de obedecer a criterios más emocionales.
El especialista en mercadeo, Gustavo Vargas, quien participó en el debate de EF, comentó que la situación le exige a las empresas hacer cosas diferentes para obtener resultados diferentes.
El recorte de costos es necesario, pero los directores de las empresas tienen que aprender a identificar qué parte es músculo, hueso y grasa, expuso Vargas. “La empresa necesita identificar aquellos segmentos más rentables, y si es el caso hay que dejar algunos mercados”, recalcó.
Cualquier medida no está de más, ya que por lo pronto la confianza se rehúsa a dar señales de recuperación, síntoma de que el consumo podría mantenerse en estado de letargo.
Fuente: El Financiero