El pueblo espera hechos, no promesas
Carlos G. Paniagua
Presidente Unimer
Los resultados del proceso electoral del año pasado, despertaron en los costarricenses la esperanza de que se iniciaría un gran cambio en el país, después de una década de disconformidad con políticos, los partidos y el desempeño de autoridades e instituciones del sector público.
La campaña electoral se centró en los candidatos, más que en cualquier otro componente, y allí sobresalió don Abel Pacheco por su atractiva personalidad. Los votantes vieron en él una persona creíble, transparente, honesta, trabajadora, sencilla, capaz de lograr el consenso y de llevar el país adelante. Porque propuso “hechos no promesas” y por “una nueva forma de hacer política”.
Iniciada su gestión, don Abel contó con el apoyo de más del 60% de los costarricenses, por más de medio año.
Hoy, a un año de ejercicio del Gobierno, el estudio Unimer- La Nación revela una tendencia en la opinión pública, ya detectada al inicio del 2003, según la cual, de nuevo, va quedando en evidencia la decepción del pueblo, en este caso con la Asamblea Legislativa, con el Gobierno en general, con el Presidente y, en menor grado, con los nuevos partidos y los tradicionales.
Efectivamente, la actual Asamblea Legislativa, a diferencia de la anterior, logró alta aprobación de su gestión, pero ahora, de nuevo prevalecen las percepciones negativas sobre las positivas en la evaluación de su labor.
Labor a la baja. La labor del Gobierno en general solo es aprobada por el 27%, contra 39% que la respaldaba en enero. El Presidente mantiene un alto porcentaje de opiniones positivas en relación con su imagen, que alcanza un valor de 66% aunque en enero era de 76% y en octubre de 82%. Pero en lo que respecta a su labor, don Abel solo obtiene la aprobación del 36% de los costarricenses, que en enero era de 46,5% y en octubre de 64%. Además, otros indicadores advierten que ante la percepción de los ciudadanos, el mandatario está perdiendo cualidades esenciales para mantener el apoyo mayoritario. Entre estas, una de las más importantes es la credibilidad, que hoy solo le concede el 42%, mientras que el 56% de la población afirma que no le cree cuado habla o propone algo al país.
Como han indicado estudios anteriores de Unimer- La Nación , era la personalidad carismática del presidente Pacheco lo que ofrecía confianza y seguridad a una gran parte de la población. Pero eso ya no es así para la mayoría.
Ahora poco menos de la cuarta parte de la población (21%) lo sigue viendo igual y por lo tanto, califica bien su gestión y la de su Gobierno. Este grupo se compone principalmente de mujeres, de nivel socioeconómico bajo, simpatizantes del PUSC y que en mayor porcentaje que el resto de la población votó por don Abel.
Otro grupo de 15%, principalmente compuesto de hombres urbanos, de nivel educativo y socioeconómico medio, que no simpatiza con ningún partido y que en mayor proporción no votó, sigue viendo en el Presidente a una persona carismática que les agrada. Sin embargo, lo juzgan como ineficiente en sus labores específicas, califican su gestión general de regular o muy mala (57%), igual que la labor del Gobierno. La mitad del grupo ha perdido la credibilidad en el Presidente.
En el campo. Un grupo de 42% de la población, conformado principalmente por personas de zonas rurales, menores de 30 años, con educación primaria y en mayor proporción simpatizantes del PLN, es muy crítico del Presidente, a quien considera autoritario y sin liderazgo, medianamente confiable y eficiente. El 61% de este grupo no cree al Presidente cuando propone o explica algo al país. Dos terceras partes califican la labor del Presidente de regular o muy mala, y el 73% afirma lo mismo sobre la labor del Gobierno.
Finalmente, el 22% de los costarricenses percibe al Presidente sin liderazgo, no confiable y medianamente eficiente. En este grupo, el 73% califica negativamente la labor del Presidente y la del Gobierno (79%). Lo integran personas de 30 a 65 años de edad, de nivel socioeconómico medio, residentes del Gran Área Metropolitana y que votaron en mayor proporción por Araya en la primera vuelta.
Si examinamos estos datos en el contexto de los problemas más apremiantes que señala la población (costo de vida y situación económica, seguridad ciudadana, desempleo, pobreza, drogadicción y falta de vivienda) y si los confrontamos con los pocos logros que le conceden a la Administración (seguridad, reparación de carreteras, conservación del ambiente) podemos afirmar que este Gobierno se encuentra ante la apremiante tarea de mostrar realizaciones tangibles si aspira a evitar una mayor pérdida del apoyo popular o a recuperar el perdido.
El Presidente debe comprender que si bien aún dos tercios de la población tienen opinión favorable de él, ya no es percibido con las mismas cualidades que lo llevaron a la presidencia. Ese capital podría agotarse. Ahora el pueblo espera lo que le creyó durante la campaña: un Gobierno de hechos y no de promesas.
Fuente: La Nación. 29 de mayo, 2003