El Presidente debe crear condiciones para el arranque del Gobierno
Carlos G. Paniagua
Presidente de Unimer
El estudio de opinión Unimer-La Nación (que se publica hoy en páginas 4 y 5-A) nos revela que, más que los logros concretos en estos 8 meses, es la personalidad carismática del presidente Abel Pacheco lo que ofrece confianza y seguridad, a gran parte de la población, de que está haciendo o puede hacer un buen gobierno. En cambio, cuando la percepción de su personalidad es negativa, también lo es la calificación de su labor y la de su Gobierno.
Efectivamente, 7 de cada 10 costarricenses expresan simpatía por don Abel, y aunque solo reconocen tres logros concretos –han mejorado la seguridad y las carreteras y se avanzado en la lucha contra la corrupción– casi la mitad de la población (46,5 por ciento) exterioriza que su labor es buena o muy buena.
Esa calificación descendió en 17 puntos porcentuales respecto a octubre del 2002. Aun así, es bastante más alta que la obtenida en un período similar por el respectivo presidente en cada una de las tres administraciones anteriores. La evaluación se explica en gran medida por la personalidad carismática del Presidente y su credibilidad, lo que hace que un amplio sector de la población considere que disminuirá la pobreza, creará empleo, solucionará la falta de vivienda y continuará en su lucha por la honestidad y por aumentar la seguridad ciudadana.
Complacencia y críticas. Por el contrario, el sector que no percibe positivamente la personalidad de don Abel califica negativamente su gestión. Con base en lo anterior, se logra la caracterización de cuatro grupos de costarricenses, según el discernimiento que tienen de la personalidad del Presidente y de su desempeño.
El grupo que más simpatiza con el Presidente lo compone un 30 por ciento que le reconoce liderazgo y una eficiencia media en su desempeño. De este, más del 60 por ciento califica positivamente su gestión y la mitad se expresa igual del Gobierno. Lo compone en mayor proporción mujeres, personas de menor nivel educativo y socioeconómico, rurales, seguidores del PUSC y que en mayor proporción votaron por Pacheco.
Un segundo grupo, del 31 por ciento, percibe más eficiente al Presidente, con un liderazgo medio, pero lo ven conflictivo (crea mucha división, culpa a otros de sus errores). Este grupo, igualmente, califica bien el desempeño de Pacheco (57 por ciento) y del Gobierno (52 por ciento). Está integrado en mayor proporción por personas que viven fuera del Valle Central, con diferentes niveles educativos y socioeconómicos, seguidores del PUSC y que en mayor proporción votaron por Pacheco.
En cambio, un tercer grupo (18 por ciento) considera que el Presidente es conflictivo, no es eficiente, es autoritario y con poco grado de liderazgo. Califica su gestión y al Gobierno como regular o malo (dos tercios). Está compuesto por personas principalmente de la Gran Área Metropolitana urbana, no simpatizan con ningún partido y votaron por partidos nuevos o no votaron.
Finalmente, el cuarto grupo (21 por ciento) percibe al Presidente sin liderazgo y sin eficiencia, califica su gestión como regular o mala (dos tercios) igual que a su Gobierno (75 por ciento). Es urbano, de mayor nivel socioeconómico y educativo, es liberacionista o no tiene partido y votó más por Araya.
Realizaciones necesarias. Si examinamos estos datos en el contexto de los problemas más apremiantes que señala la población (costo de vida y situación económica, seguridad ciudadana, desempleo, pobreza y corrupción) y si los confrontamos con los pocos logros que le conceden a la administración, podemos afirmar que este gobierno inicia una etapa especialmente difícil en la cual pronto deberá mostrar realizaciones tangibles si aspira a seguir teniendo el respaldo mayoritario para poder hacer su gestión.
Lo anterior se refuerza en el hecho de que, de los dos grupos que califican bien al Presidente, uno (31 por ciento) ya le percibe rasgos negativos de personalidad para gobernar. El otro, de condiciones socioeconómicas más bajas (30 por ciento), espera con urgencia ver resultados concretos en los aspectos relacionados con la economía, principalmente en el costo de vida. Sin embargo, estos subgrupos no conceden al Presidente cualidades en esa última área para lograr una mejoría.
Por otra parte, en los dos subgrupos que tienen una apreciación negativa de la personalidad del Presidente y de su gestión se encuentran los ciudadanos con más probabilidades de influir en la opinión pública y que, eventualmente, serían más activos y críticos frente al avance de un cuatrienio sin mayores logros, de un Gobierno que comete errores o que no cuenta con un respaldo popular mayoritario.
Buscar la fórmula. En este panorama, el Presidente aún posee la enorme esperanza que despertó el resultado del último proceso electoral por “la nueva política”, la que prometió en campaña y que su credibilidad aún mantiene vigente. Quizás ese sea su mayor logro. Pero, además, cuenta con un Congreso que, si bien ha tenido que aprender una nueva forma de ejercicio del poder, le ha ofrecido un apoyo determinante. Igualmente, debemos reconocer que llevó a su equipo excelentes colaboradores de diversa procedencia política.
En resumen, el Presidente tiene las condiciones para realizar la gestión excepcional que le encomendaron los costarricenses, pero aún debe encontrar la fórmula que lo haga posible. Eso requiere, entre otras tareas, definir con claridad las prioridades de la agenda nacional, pero esencialmente crear las condiciones para que su equipo tenga una clara dirección, de tal forma que cada uno de sus integrantes pueda actuar y producir, con la seguridad de que contará con el imprescindible respaldo político de la Presidencia.
Fuente: La Nación. 03 de febrero, 2003