- Nuestra oportunidad: don Abel y actitud del PAC y del PLN
Dr. Carlos G. Paniagua
Presidente de Unimer Research International
Los resultados de la encuesta Unimer- La Nación conllevan un regaño al presidente Pacheco como consecuencia de la aceptación de dinero para la campaña electoral, proveniente de extranjeros, pero su gestión retiene un amplio apoyo popular.
Efectivamente, la gran mayoría de los ticos considera que ese fue un hecho grave o muy grave y que Pacheco actuó mal. Además, la población está dividida sobre sí la actuación del Presidente le resta o no poder en su lucha por la honestidad.
Cuando los costarricenses evalúan su gobierno, solo uno de cada cinco afirma que “ya arrancó” y la mayoría considera que sigue en “fase de acomodo”, con un equipo sobre el que aún no puede emitir valoraciones. Además, solo un tercio percibe un cambio en el país como producto de la nueva administración.
Opinión positiva. Por otra parte, aunque solo un tercio percibe resultados importantes de la administración, la mayoría de la población está de acuerdo en la forma como han sido atendidas diversas tareas del Gobierno. Las mejor percibidas son el combate a la corrupción, atención de desastres nacionales, combate a la delincuencia, relaciones con Nicaragua y el resto de Centroamérica, tratados de libre comercio, revisión de vehículos y otros. Donde hay un mayor desacuerdo con el Gobierno es en cuanto a la forma como ha manejado las relaciones con el expresidente Calderón y con el PUSC.
Menos de un 15 por ciento asevera que el gobierno de Pacheco ha cometido errores, y reitera que el principal es el haber aceptado donaciones para la campaña sin reportarlas al TSE. No obstante, ni el asunto de las contribuciones de campaña, ni la percepción de que el Gobierno aún sigue en fase de acomodo ha cambiado la apreciación general sobre el Presidente. El 82 por ciento expresa una opinión positiva de don Abel, el 64 por ciento considera que su gestión es buena o muy buena y un 76 por ciento aprueba la forma como dirige el país.
En contraste, al inquirir sobre el mismo tema de las donaciones de campaña no reportadas al TSE, pero en relación con el excandidato Rolando Araya, se observa una situación distinta. Eso no solo afectó relativamente más la imagen de Araya que la del Presidente, sino que prácticamente nadie creyó las explicaciones del extesorero del PLN sobre el uso dado a ese dinero.
Lucha por la honestidad. La fortaleza en la imagen del Presidente, a diferencia de otros políticos, es aún más clara si tomamos en cuenta que, en los últimos tres gobiernos, ninguno de los respectivos mandatarios obtuvo un grado de aprobación tan alta en ningún momento de su gestión y que la percepción sobre el Poder Ejecutivo en general es mucho mejor ahora que en mediciones de los últimos diez años.
El estudio parece indicar que don Abel representa el tipo de mandatario que los votantes buscaban mediante el cambio político deseado por mucho tiempo, tal y como fue expresado en las recientes elecciones. La lucha por la honestidad ocupa una posición privilegiada en ese deseo de transformación de la política, y el Presidente, en la percepción de los ticos, ha satisfecho esa aspiración.
El manejo inicial de ese tema le ha permitido al Presidente extender el plazo para mostrar otro tipo de logros en áreas urgentes. Sin embargo, la “luna de miel” podría terminar pronto y la población podría iniciar el reclamo de acciones concretas. Es decir, es apremiante que el Gobierno “arranque”, funcione como equipo y muestre resultados definidos en áreas como la economía, la seguridad ciudadana, el combate a la pobreza y la generación de empleo, consideradas por la población como las más imperiosas de atender.
El otro panorama. Esa necesidad de dar dirección al gobierno y concretar avances que requiere el país, obliga al Presidente a realizar un esfuerzo especial no solo por superar el tema de las donaciones, sino también a resolver de una vez por todas las diferencias con integrantes del PUSC que puedan contribuir en su gobierno. Además, aprovechar la disposición de trabajo que han mostrado las fracciones del PAC y del PLN e, inclusive, a convencer al Movimiento Libertario para que demuestre que entiende este pueblo, sus necesidades y aspiraciones y que puede superar la etapa de críticas y denuncias con propuestas concretas y viables.
La satisfacción y optimismo con don Abel es probablemente la mejor oportunidad que puede tener este pueblo para superar los problemas que enfrentamos. Lo contrario también es cierto: una pérdida de confianza en el mandatario, que ha creado tantas expectativas, nos puede llevar a crisis muy similares a las que, lamentablemente, están viviendo otros países latinoamericanos que han perdido la credibilidad en sus autoridades. Ante este panorama, don Abel debe meditar la reprensión que, con afecto, le exteriorizan los ticos.
Fuente: La Nación. 21 de Octubre, 2002