- El estudio publicado presenta resultados totalmente congruentes con los obtenidos al inicio del añoCarlos G. Paniagua (*)
El Programa de Opinión Pública Unimer-La Nación realizó dos actividades especiales al iniciarse el 2001, como parte de su esfuerzo conjunto de investigación e información relativos al proceso electoral. Primero, se realizó una amplia investigación para determinar la forma en que los costarricenses perciben nuestro sistema político. En segundo lugar, se realizó un seminario con la participación de representantes de las principales fuerzas políticas, académicos, empresarios y visitantes de otros países con el objeto de analizar los resultados del estudio, en un contexto latinoamericano. La Nación hizo las respectivas publicaciones en el mes de marzo; sin embargo, me referiré a algunas de las conclusiones que publiqué en ese entonces, que facilitan la explicación de los resultados de la encuesta publicada ayer y hoy por este medio.
Marzo 2001. En marzo afirmé con base en el estudio que «Nos encontramos frente a una situación de indiferencia de los costarricenses ante el proceso electoral del 2002. Esta situación es muy similar a la vivida antes de 1998, con la diferencia de que ahora se observa una mayor tendencia de apoyar a partidos emergentes. Si lo anterior se confirma, los partidos tradicionales tendrán una ardua tarea para lograr sus tradicionales cuotas en la Asamblea Legislativa».
«Entre la población satisfecha con la democracia costarricense hay una mayor proporción de personas de nivel educativo y socioeconómico más bajo y de zonas rurales. En cambio, la insatisfacción se presenta en mayores proporciones en la población urbana, más educada y de mayor nivel socioeconómico».
«Casi dos terceras partes de los entrevistados reiteran su insatisfacción con el desempeño de los políticos, porque no se sienten representados por ellos, por la corrupción y porque estos se centran en sus propios intereses y no atienden las necesidades del ciudadano. En respuesta a eso, exigen la rendición de cuentas, esperan elegir un Presidente que ëlogre que las cosas se haganí y también vislumbran como solución el apoyar a partidos emergentes o a partidos y candidatos nuevos».
«En el estudio, los costarricenses reclaman mayor participación en los asuntos nacionales mediante consultas directas, tales como plebiscitos y referendos y a nivel local colaborando en organizaciones comunales y actividades municipales. También consideran que deben tener un rol activo denunciando irregularidades en el sector público».
«En el plano de los procedimientos electorales, prácticamente toda la muestra (90%) apoya la elección directa de diputados y un 80% está de acuerdo en que órganos comunales independientes de los partidos puedan proponer candidatos a cargos municipales de elección».
«Y con respecto a las elecciones nacionales, un 60% afirma que irá a votar en las mismas, pero solamente la mitad tiene una decisión sobre el partido al cual apoyará para la Presidencia y solo un tercio indica que ya decidió por cuál partido votará para diputados. Probablemente, esto podría explicar el hecho de que más de la mitad de la población manifiesta que tomará en cuenta las opciones que le presenten los partidos emergentes, tanto para el Congreso, como para la Presidencia». La Nación, 11 de marzo, P. 16A.
Febrero 1998. Los resultados de esta investigación, nos recuerdan los publicados con anterioridad a las elecciones de 1998, según los cuales la mitad de los ciudadanos expresaba apatía, desinterés, dudas y fuertes cuestionamientos frente a lo político y a lo electoral y más de un 40% afirmaba que no simpatizaba con ningún partido. En esa oportunidad, esos datos fueron cuestionados por importantes representantes de la clase política; sin embargo, debieron aceptarlos en febrero de 1998, cuando el abstencionismo superó el 30% y en la votación para la Presidencia, tanto el PLN como el PUSC obtuvieron menos apoyo que en las elecciones de 1994.
Diciembre 2001. El estudio publicado ayer y hoy, aunque sorprenda a algunos, presenta resultados totalmente congruentes con los obtenidos al inicio del año y con las tendencias mostradas en los investigaciones posteriores. Eso es lo observado hasta hoy. Desde luego, no podemos, ni pretendemos saber qué pasará el primer domingo de febrero del 2002. Sin embargo, sí es posible afirmar que los costarricenses están reiterando intenciones de lograr una renovación de la clase política que le ofrezca innovaciones como las citadas anteriormente: mayor participación en los asuntos nacionales, transformaciones de los procedimientos electorales y también la definición de un rumbo claro en la dirección del desarrollo nacional y del sector público.
Congreso. Según los resultados del estudio actual, de seguir esta tendencia, es posible que el Congreso se componga principalmente de cuatro fuerzas políticas, ninguna de las cuales alcanzará la mayoría. Solamente eso, implicará una transformación del Primer Poder de la República y en la política nacional.
Pero además, el PLN y el PUSC, deben enfrentar desafíos impensables para sus dirigentes, hasta hace poco tiempo. El PLN, que consideraba que su victoria estaba asegurada y que menospreció la fuerza que se estaba generando en el PAC, ve ahora reducido su apoyo, hasta el extremo de poner seriamente en peligro sus posibilidades de triunfo. El PUSC, que si bien logra ventaja en la intención de voto, esta aún no supera el 40%. Y por lo tanto, por primera vez, en el sistema electoral actual existe una posibilidad de ir a una «segunda vuelta».
Retos. El panorama tampoco es claro ni definitivo para el PAC, que si bien captó inicialmente y sin ninguna oposición de otras fuerzas el apoyo de sectores inconformes con la clase política y luego de ambos partidos mayoritarios, principalmente del PLN, debe someterse ahora al escrutinio de un electorado que le exigirá demostrar si realmente podría gobernar a partir del 2002. Este reto es más claro si se toma en cuenta que su apoyo proviene en mayores proporciones de la población urbana, más educada y de mayor nivel socioeconómico.
Si los cambios que se presentan en la intención de voto son vistos fuera del contexto histórico de los últimos años o solo con una visión partidista, podrían resultar incomprensibles o increíbles. Por esta razón será indispensable estudiarlos como un proceso que nuestro sistema democrático ha venido experimentando y que permite observar que los costarricenses están dispuestos a lograr verdaderas transformaciones en su vida política.
Estos son los hechos hoy, lo que suceda de ahora en adelante dependerá de la forma en que los políticos interpreten las exigencias y den respuesta al electorado. (*) Presidente Unimer Research Internacional
Fuente: La Nación. 10 de diciembre, 2001