De los 1.004 aspirantes al cargo de alcalde, 156 son objeto de un abanico de cuestionamientos
Los partidos políticos se confiesan incapaces de supervisar la escogencia de candidatos para la elección cantonal
El martes editorializamos sobre la manifiesta apatía del electorado frente a los comicios del 5 de diciembre, dedicados a la elección de alcaldes. Ayer, un amplísimo reportaje de este periódico puso el énfasis sobre uno de los factores que más inciden en el descontento: la calidad de los candidatos propuestos por los partidos políticos.
De los 1.004 candidatos inscritos, 156 son objeto de un abanico de cuestionamientos. Hay entre ellos deudores crónicos de quienes la Caja Costarricense de Seguro Social y el Banco Anglo no consiguen el pago. Aspiran, sin embargo, a un cargo cuyas atribuciones incluyen la supervisión del cobro de tasas e impuestos a sus conciudadanos. Otros han sido condenados penalmente, algunos por delitos relacionados con el manejo de bienes públicos, pero eso no atempera su deseo de ocupar un puesto que entraña importantes responsabilidades administrativas, con consecuencias directas sobre la Hacienda Pública.
Casi todos apelan a la necesidad de “pasar la página”. Aceptan los “errores del pasado” para luego declararlos superados e insistir sobre su renovada vocación de servicio. En parte llevan razón. Nuestra sociedad no es vengativa ni cree en las sanciones perpetuas. El sentir religioso y moral de la población, así como la sabiduría del legislador, admiten la reparación de errores pasados y la corrección de la conducta futura.
Sin embargo, vale preguntar si quienes erraron deben presentarse ante sus conciudadanos para pedirles el voto con el propósito de ocupar cargos tan relevantes. La vocación de servicio público puede ser satisfecha de otras maneras, sin pedir una renovación de la confianza ciudadana. En esto los candidatos deben ejercer la autocontención y los partidos políticos el control. Está en juego la fe del público en las instituciones. No importa cuánta voluntad de enmienda exista, la presentación de 156 candidatos con cuestionamientos en su pasado es inaceptable para la salud del cuerpo político.
Los cuestionamientos alcanzan al 21% de los candidatos de Renovación Costarricense, el 20% de los aspirantes del Movimiento Libertario, el 18% de los socialcristianos, el 13% de los liberacionistas y el 10% de los integrantes de las papeletas del Partido Acción Ciudadana. Ninguna de esas agrupaciones puede dar por aprobada la materia, pero sus dirigentes se limitan a señalar la dificultad de controlar las postulaciones en virtud de la cantidad de aspirantes en los 81 cantones. “Uno desearía estar rodeado de ángeles, pero a veces es difícil”, dijo Justo Orozco, de Renovación Costarricense.
La respuesta de la dirigencia es sorprendente. Cada cuatro años, las mismas agrupaciones políticas piden a la ciudadanía el voto con la promesa de mejorar la administración del complejo aparato estatal, pero ahora se confiesan incapaces de supervisar la selección de candidatos para los comicios cantonales, una tarea comparativamente fácil.
Los partidos políticos harían bien en fijarse en un puñado de datos arrojados por la encuesta de la firma Unimer publicada el domingo por La Nación. La honradez de los alcaldes es el requisito más importante, dice la ciudadanía, de la cual apenas el 35% muestra disposición a votar. De ellos, solo el 19% se declara “entusiasmado” y a un 58% le “da igual” el resultado.
Las conclusiones saltan a la vista. La mala selección de candidatos no es la única contribución de los partidos políticos a la apatía de los electores, pero es una de las más destacadas y ninguno de ellos puede pedir el voto para orientar los destinos del país mientras sean incapaces de corregir semejante falla en el nivel más elemental del aparato del Estado. Nada de eso justifica el abstencionismo el 5 de diciembre pero, indiscutiblemente, lo explica.
Fuente: La Nación