El empuje de Ottón Solís, candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), en el horizonte político es el punto más alto de una tendencia sostenida del electorado por buscar una opción diferente en un sistema «bipartidista».
Solís –un economista que rompió con el Partido Liberación Nacional, PLN– capitaliza el «desencanto» que un considerable grupo de votantes ha expresado desde la campaña de 1994.
Esa es la conclusión en la que están de acuerdo tres analistas consultados por La Nación, quienes señalaron otros aspectos:
No posee un carisma atrayente, no apuesta al rígido intelecto, ni ha estado respaldado por una gran estructura partidaria. Pero empieza a ser percibido como una posible «esperanza» para impulsar un cambio político.
Su discurso contra las cúpulas mayoritarias recoge el malestar de un bloque del electorado frente al Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
Sin embargo, su partido aún no puede ser considerado como un movimiento con una plataforma ideológica y organizativa sólida, capaz de sostener –en el largo plazo– una posible transformación política.
En estas apreciaciones coinciden Jaime Ordóñez, director de la cátedra de Teoría del Estado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR); Fernando Zeledón, director de la maestría en Ciencias Políticas de la UCR, y el sociólogo José Luis Vega Carballo.
Solís, exministro y exdiputado por el PLN, es respaldado por un 21,6 por ciento del electorado, frente a un 22 del candidato liberacionista, Rolando Araya, y un 29,5 por ciento del socialcristiano Abel Pacheco.
Estos resultados se desprenden de la última encuesta de Unimer, por encargo de La Nación, publicada ayer.
El estudio muestra que Solís creció 14,3 puntos porcentuales en las intenciones de voto de los ticos desde finales de octubre.
Ruptura en el sistema
Ordóñez explica que la opción de Solís y el PAC toma fuerza en momentos en que sectores de la población sienten que el PLN y el PUSC no han sido capaces de resolver problemas sustanciales de largo plazo, como la deuda interna, el déficit fiscal y la inseguridad ciudadana, entre otros.
«La imagen de Solís y del PAC es una imagen fresca y renovadora frente a la imagen de desgaste de los partidos tradicionales. Me da la impresión de que él representa una tendencia de voto contra el bipartidismo», afirma.
Su respetable caudal electoral se nutre de sectores inconformes con el PLN y el PUSC desde la década de 1990, opina Zeledón.
Añade: «Hay una clara tendencia en las últimas tres elecciones (1994, 1998 y 2002) de desafección con la política, que se manifiesta contra el bipartidismo.
En otras palabras, según lo señala Vega, esos grupos tienen casi una década de estar preparando un voto que mezcle dos factores: protesta y sorpresa. Y ahora perciben al PAC como un partido que no solo podría canalizar ese sentir, sino que además tiene opción real de acceso al poder.
«El electorado ha percibido que puede haber llegado el momento de depositar la mezcla de protesta y sorpresa para introducir un cambio político en el país«, asevera.
Fuente: La Nación. 10 de diciembre, 2001