¿Alguna vez ha pegado un chicle bajo la silla? El 12% de los ticos sí; además, un 36% de los hombres ha orinado en media calle en el último año.
Si hay algo asqueroso, eso es pasar la mano debajo de una mesa o silla, y toparse con un chicle seco pegado ahí quién sabe hace cuánto tiempo.
El estómago se revuelve con solo imaginar que aquella masita seca estuvo en alguna boca ajena donde se revolvió con saliva y millones de microbios. ¡Guácala!
Pues el 12% de los costarricenses admite que, en el último año, ha pegado uno de esos debajo de una silla o mesa; una maña más común entre la gente joven, pues alrededor del 22% de quienes tienen entre 18 y 29 años de edad reconoció, sin rodeos, tener esa práctica.
La encuesta más reciente de Unimer para La Nación –realizada entre el 9 y el 17 de abril pasados– incluyó varias preguntas sobre actitudes y prácticas de los costarricenses… y los resultados fueron bastante reveladores.
A las 1.200 personas que formaron parte de la muestra nacional, se les preguntó sobre sus actividades y prácticas en los últimos 12 meses. Que pegan chicles bajo las sillas no fue la única sorpresa del estudio.
Amoniaco público
Si lo vemos por clase socioeconómica, dejar chicles bajo los muebles es más común entre las personas de ingresos medios y altos. En ambos grupos, un poco más del 12% tiene esa costumbre; esa cifra es del 10% entre los individuos de nivel socioeconómico bajo.
El 18% de quienes tienen estudios secundarios y el 13% de aquellos con estudios universitarios también tienen ese mal hábito. En cambio, entre la gente que solo cursó la educación primaria, el porcentaje apenas llega al 7,5%.
Pero, espere a leer esto: el 36% de los hombres y el 1% de las mujeres que respondieron a esta encuesta admite que orinó en la puritica calle durante el último año. En total, el 18% de los ticos lo hicieron alguna vez en ese lapso.
Con razón, en tantas esquinas medio sombreadas de la capital, el olor a orines revienta en la cara, sobre todo, cuando hace calor. ¡Que lo digan los encargados de tiendas y locales comerciales! Una o más veces por semana están obligados a manguerear las aceras porque, si no lo hacen, la entrada de su negocio apestaría.
En cuanto a esta costumbre “poco conveniente” que revela la encuesta de Unimer, algunos defienden la práctica a rajatabla aduciendo “la imperiosa necesidad” de atender el llamado del cuerpo.
Aunque el estudio de opinión no profundiza en las razones, descubre que son los jóvenes quienes más tienen ese hábito: nuevamente, alrededor del 22% de la gente con edades entre 18 y 29 años ha orinado en plena calle en los últimos 12 meses.
¿Será que salen de las fiestas con muchas ganas y no les da tiempo de llegar a un baño? ¡Solo Dios sabrá!
La encuesta se atreve a explorar esta costumbre, incluso, por preferencia de partido político. Quienes se llevaron el palmarés de la orinada pública fueron los seguidores del Movimiento Libertario: el 20% de quienes se confiesan simpatizantes de esta agrupación han orinado en media calle, seguidos por los partidarios de Acción Ciudadana (17,5%), los liberacionistas (17%) y los de la Unidad (15%).
Al aire libre
A la maña de los chicles y de orinar en media calle, se suman las escenas amorosas en sitios públicos: el 10% de la población (12% hombres, 8% mujeres) reconoce haber sucumbido al placer en sitios como parques, paradas de autobús, restaurantes o playas.
Son más proclives a estos espectáculos quienes pertenecen a estratos económicos altos: 13% de estas personas han protagonizado alguna escena amorosa en sitios públicos (solo el 10% de quienes pertenecen a estratos bajos y medios).
Las locaciones para estos apretes se siguen concentrando en las ciudades del área urbana (13%) más que de la zona rural (5,6%).
Otro tema que explora la encuesta son los hábitos de aseo de los ticos. Se les preguntó si había botado basura en el caño durante el último año.
Esto fue lo que contestaron: en total, el 18% lo ha hecho. Este porcentaje sube sustancialmente entre los hombres (23% bota basura en los caños), mientras el 13% de las mujeres admite haberlo hecho.
Desgraciadamente, solo entre las personas mayores de 50 años, el porcentaje es bajo (8%). Entre los más jóvenes, ese mal hábito está más acentuado. Veamos: el 24% de los jóvenes entre 18 y 24 años ha botado basura en los caños. También se confesó responsable de hacerlo el 18% de quienes tienen entre 25 y 29 años.
El hábito disminuye a 16% en las personas con edades entre 30 y 39 años, pero vuelve a subir al 22% en los mayores de 40 años.
Botan más basura las personas de mayores recursos económicos: 18% de quienes tienen ingresos medios y altos tienen esa costumbre, versus un 16% de aquellos con ingresos bajos.
Esta pésima costumbre está más arraigada en la Gran Área Metropolitana (GAM), donde el 25,5% de quienes viven ahí tienen esa práctica.
Si nos dejamos guiar por la preferencia partidaria, nuevamente los seguidores del Movimiento Libertario llevan la delantera en lo que a botar basura se refiere: 27% de estos aceptan que han tirado basura al caño alguna vez en los últimos 12 meses.
Los del Partido Acción Ciudadana no se quedan muy atrás: el 23% de los simpatizantes de esa agrupación admite tener esa maña, seguidos muy de cerca por un 20% de liberacionistas.
Tal parece que en este tema sí funcionan las alianzas entre los políticos y sus partidos.
Otras curiosidades
Un hábito que se hace cada vez más común entre los ticos, es hablar por celular mientras se maneja sin el famoso “manos libres”. Nada más peligroso, por cierto.
El 36% de las personas que contestaron esa pregunta lo ha hecho alguna vez durante el último año. Entre los hombres, es más frecuente (38%) que entre las mujeres (31%).
En esto se lleva el premio la gente de ingresos económicos altos, pues el 44% de estas personas tiene esa costumbre.
Otros hábitos como parquear en línea amarilla (donde está prohibido), dar vuelta en ‘U’ y brincarse señales de alto forman parte del día a día de los ticos mañosos.
Quienes acostumbran parquearse en línea amarilla son, sobre todo, las personas entre 25 y 39 años de edad. En esos grupos, los porcentajes superan el 30% y llegan casi al 40% en aquellos con edades entre 25 y 29 años.
El 37% de las personas con altos ingresos tiene esa costumbre, que también está presente entre quienes dicen tener estudios universitarios (30%).
El 21% de los ticos admite haberse brincado una señal de tránsito en el último año; especialmente los más jovencitos (33%), los de ingresos altos (29%) y quienes viven en la parte más rural de la GAM (43%).
Siguiendo sobre la línea de tránsito, el 22% de los ticos admite haber superado los límites de velocidad establecidos en carretera. De ellos, son más arriesgados los varones, que en un 23% reconoce haberse pasado del límite. Entre las mujeres, solo el 17% lo hizo.
Las personas menores de 39 años también le meten
el pie al acelerador. Entre este grupo de edad (que va de los 18 a los 39 años), más del 25% de las personas superó los límites de ley sobre la carretera.
Este comportamiento se vuelve más común en el área urbana, donde el 22% de las personas irrespeta la velocidad establecida en los distintos tramos de las carreteras.
¿Seremos mañosos? La encuesta revela ciertos comportamientos que podrían contestar afirmativamente a esa pregunta. A usted, ¿qué le parece?
Fuente: La Nación. 20 Mayo, 2012