Ticos censuran falta de liderazgo, tributos y situación económica
Principal logro: 62,1% dice «ninguno»
Inconformes por los nuevos impuestos y lo que vislumbran como una difícil situación económica, personal y nacional, los costarricenses descargan todo su pesimismo contra el mandatario José María Figueres y su gabinete, que se encuentran ahora en el abismo de la popularidad.
Al cumplir 16 meses de trabajo, la administración Figueres Olsen no ha logrado, ante los ojos del público, «sacar la tarea» como el mismo gobernante lo pregona, según los resultados de la última encuesta de opinión pública de Unimer, efectuada entre el 7 y el 19 de setiembre pasados a pedido de La Nación.
Solo el 15,7 por ciento de los costarricenses mayores de 18 años, representados por una muestra nacional, asegura que la labor de Figueres ha sido buena o muy buena. El 27 por ciento la consideró regular y el 57 por ciento sostuvo que ha sido mala o muy mala.
Estos datos –igual que los obtenidos en la encuesta de mayo de 1995– reafirman la fuerte tendencia en la disminución del apoyo popular a la gestión presidencial si se compara con el saldo favorable de respuestas positivas que ostentaba el Presidente en setiembre de 1994.
Además de las malas opiniones sobre la labor del gobernante, tanto este como sus colaboradores más inmediatos –los dos Vicepresidentes (Rodrigo Oreamuno y Rebeca Gryspan) y la Primera Dama (Josette Altmann)– descienden en popularidad personal.
Quien más pierde terreno es Figueres. Mientras hace un año tenía un caudal de opiniones favorables de 42,3 puntos porcentuales, en la actualidad dicho dato se revirtió en forma negativa. Ya no solo ocupa la última casilla de popularidad de una lista de personajes nacionales, sino que incluso superó a quien por varios años fue el dueño de tal posición: el expresidente Rodrigo Carazo Odio (1978-82).
Además, 63 de cada 100 costarricenses sienten que su situación personal y la de su familia es peor en comparación con la que tenían durante la administración de Rafael Angel Calderón Fournier (1990-1994). El 34 por ciento dijo que era igual y solo un 3,5 por ciento aseguró estar mejor.
Igual de contundentes fueron cuando se preguntó sobre el principal logro del Gobierno: el 62,1 por ciento consideró que no tiene ningún digno de mención, mientras el 8 por ciento dijo no saber.
Como complemento al tema anterior, se preguntó si el gobierno ha cometido errores importantes. De nuevo, el enojo se hizo presente pues el 80 por ciento de los 1.210 sujetos que integran la muestra nacional respondió afirmativamente.
Entre las fallas más censurables –al igual que en el sondeo de mayo pasado– figuran aspectos vinculados con la situación personal de los individuos. Entre estos están la aprobación de nuevos impuestos y los incrementos en la canasta básica y el costo de la vida en general.
No es de extrañar, entonces, que un 86 por ciento de los consultados arremeta contra la política económica al considerar que no es clara; solo un 8 por ciento dice lo contrario. Asimismo, independientemente del nivel socioeconómico y de escolaridad, el 91 por ciento de los consultados aseveró que el costo de la vida ha subido mucho.
Pese a que un segundo error en importancia fue la situación presentada con los maestros, también se mencionaron como yerros importantes el pacto Calderón-Figueres, firmado el 12 de junio anterior y el incumplimiento de promesas de campaña.
Por otra parte, la consulta también sacó a flote la pérdida de apoyo de los partidos mayoritarios, especialmente del gobernante Liberación Nacional. El 34 por ciento manifestó simpatizar con los socialdemócratas, mientras que el 37 por ciento se inclinó por la Unidad Social Cristiana. En mayo anterior esos datos fueron 40,8 por ciento y 40,7 por ciento, respectivamente.
Llama la atención que ahora 27 de cada cien consultados dice no pertenecer a partido alguno mientras que en mayo eran 14 de cada cien.
Como en otros sondeos, quienes votaron por Figueres en las pasadas elecciones tienden a ser más benevolentes con su labor. Sin embargo, incluso en este grupo las opiniones negativas superan con creces a las positivas.
Un 23 por ciento de quienes dijeron haber llevado a la silla presidencial a Figueres avalaron su trabajo mientras que el 44,8 por ciento lo calificó de malo o muy malo. Hace un año el 62 por ciento de este grupo había alabado su gestión y solo el 3,8 por ciento lo censuró.
Entre quienes votaron por el candidato socialcristiano Miguel Angel Rodríguez, 69 de cada cien percibe como mala o muy mala la labor presidencial y 6,6 como buena o muy buena. En mayo pasado, esos datos fueron 55,7 por ciento y 8,8 por ciento, respectivamente.
Los simpatizantes del PLN también castigan la gestión del gobernante y su equipo ministerial. El 37,6 por ciento de ellos consideró errado su desempeño (en setiembre fue 4 por ciento, en enero 19 y en mayo 21); para una tercera parte pasó la prueba.
La opinión entre los seguidores del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) es aún más negativa. El 6 por ciento considera el desempeño del Presidente como bueno o muy bueno, mientras que para el 69 por ciento es malo o muy malo; en setiembre de 1994 esas cifras fueron de 22 por ciento en ambos casos.
Cuando se juzga el quehacer de la totalidad del gobierno surgen respuestas cuya tendencia es muy similar a la observada en la calificación que recibe Figueres. Un 14 por ciento avala lo hecho por la totalidad del equipo gubernamental; un 29 por ciento indica que es regular y un 56,5 por ciento afirma que la acción es mala o muy mala.
Casi tres cuartas partes de la muestra (el 71 por ciento) sostiene que no hay un liderazgo firme para afrontar las transformaciones que requiere el país.
Al consultársele sobre los grupos o sectores que más incluyen en el gobierno, las principales menciones fueron las siguientes: partidos políticos (56 por ciento), los organismos financieros internacionales (45), el gobierno estadounidense (25), los sindicatos (23), los empresarios (17), la prensa (13) y la Iglesia Católica (13).
Como el cangrejo…
A los entrevistados también se les pidió comparar los gobiernos de Figueres y de Calderón en torno a 12 tareas o aspectos de la vida nacional: salud, educación, costo de vida, canasta básica, tarifas de servicio público, seguridad ciudadana, salarios, vías públicas, protección del ambiente, vivienda, relaciones exteriores y estabilidad del país.
Según los resultados, no hay ningún aspecto que se encuentre ahora mejor que en la anterior administración. Hay una tendencia a creer que estamos igual en los campos de la salud, el ambiente y las relaciones exteriores. En el resto de los tópicos evaluados se advierte un marcado deterioro con respecto a la gestión presidencial precedente.
Ese pesimismo también lo evidencia la mayoría de los encuestados cuando los 20 entrevistadores de Unimer preguntaron sobre la situación personal y nacional, presente y futura.
En general, un 63 por ciento asegura que la situación del costarricense es peor ahora que en el gobierno de Calderón; un 34 por ciento expresa que igual y el 3,5 por ciento afirma que es mejor. En setiembre del año pasado, esas variables fueron 20 por ciento, 70 por ciento y 7,5 por ciento.
En el plano personal, casi la mitad de la muestra (47 por ciento) aseguró no tener problemas. Entre quienes sí los poseen la situación económica ocupa el primer lugar (20) seguida del desempleo y la salud.
El deterioro de las vías fue apuntado como el principal problema de las comunidades (27 por ciento); luego fueron mencionados dos aspectos estrechamente ligados: la drogadicción (12) y la inseguridad (12).
Cuando se solicitó indicar el principal problema nacional, de nuevo, los dardos del tico se dirigieron contra la situación económica que recibió 31 puntos porcentuales y el costo de la vida, 28 puntos porcentuales. Paralelo a este último, los entrevistados señalaron la pobreza (5 puntos porcentuales), el alza en los impuestos (2,3) y los bajos salarios (1).
El «mal gobierno» fue mencionado por el 8,4 por ciento.
Si se evalúa la situación personal y familiar que los consultados piensan tener dentro de un año, el panorama no es nada alentador: el 70 por ciento de la muestra teme que será peor. En cuanto a la situación de Costa Rica, la actitud es igual de pesimista: 77 por ciento vislumbra que estará peor.
De ministros y Asamblea
Cuarenta y uno de cada 100 costarricenses, según la encuesta, no sabe o prefiere no responder cuando se le pide nombrar a algún ministro. Entre quienes sí dijeron conocer alguno, los más mencionados fueron Eduardo Doryan (45,5 por ciento); Farid Ayales (34); Juan Diego Castro (33); Herman Weinstock (16); Fernando Herrero (6); Maureen Clark y Fernando Naranjo (con 4,5 cada uno).
Al pedir que se indicara quién era el mejor. El 28 por ciento cree que ninguno y el 21 por ciento se abstuvo de responder. Sin embargo, entre quienes fueron mencionados encabeza Doryan con el 21 por ciento seguido de Weinstock, con 13 por ciento y Juan Diego Castro con 6,8 por ciento.
La imagen del que se considera como mejor ministro también sufre un deterior debido a que en la encuesta de mayo pasado, Doryan recibió el respaldo del 43,8 por ciento.
También por el grupo que dijo conocer a los ministros, Ayales es considerado como el peor (18 por ciento), seguido por Castro (16), Doryan (12,5), Bernardo Arce (3,4) y Herrero (2,8).
En cuanto a la gestión de la Asamblea Legislativa, el 48 por ciento sentencia que es mala o muy mala (en mayo era el 31 por ciento); el 33 por ciento cree que es regular y el 17,3 por ciento exaltó su trabajo.
Ante la consulta ¿cuál es la mejor fracción parlamentaria?, 43 de cada 100 ticos aseveró que ninguna. La del PUSC recibió el apoyo del 20 por ciento y la del PLN 18 por ciento. El resto, Fuerza Democrática –ahora desmembrada–, Agrario Nacional y Unión Agrícola Cartaginés tuvieron calificaciones ínfimas.
El quehacer de la oposición socialcristiana frente al gobierno fue desaprobado por el 52 por ciento de la muestra, en tanto que el 37 por ciento lo aprobó. Su imagen –tratada con mayor benevolencia entre quienes dicen pertenecer al PUSC que entre los del PLN– también pierde respaldo popular: en mayo el trabajo fue censurado por el 39 y aceptado por el 49 por ciento.
Igual que sucedió con el conocimiento sobre los ministros, el 41 por ciento de la muestra no pudo decir quién es el mejor legislador.
Fuente: La Nación, 09 Octubre, 1995