Los panameños lo saben bien. Lo dijo el 80% de las mil 207 personas que contestaron la última encuesta de Unimer: que el machismo sigue siendo la norma en Panamá.
Más aún –e íntimamente relacionado con el comportamiento machista– el 56.3% dijo conocer a alguna mujer que había sido golpeada por su pareja.
Como dice el psicólogo especialista en masculinidad y violencia, Eugenio Meléndez, el machismo no es un problema genético sino de aprendizaje: es un comportamiento que los padres inculcan en los hijos.
Bajo estas reglas de enseñanza, explica, el hombre no puede sentir ternura o dolor porque “se vulnera su hombría”.
Según Meléndez, lo más grave de vivir en una sociedad machista es que esta conducta va en detrimento de la mujer.
En la última Encuesta nacional de salud sexual y reproductiva 2009, por ejemplo, se destaca que el 13.8% de las mujeres manifestó haber padecido alguna forma de violencia física en su vida.
Más aún, el 14.7% de los hombres y el 9.8% de las mujeres justifica al menos una razón para que el marido golpee a su mujer.
“La infidelidad femenina es la razón que más comúnmente justifican, tanto los entrevistados varones (18.2%) como las entrevistadas mujeres (11.1%), para que el marido golpee a su esposa”, se lee en la encuesta.
Pero hay otras “razones”: desde salir de casa sin informarle hasta descuidar a los niños, rehusarse a tener relaciones sexuales, quemar los alimentos o discutir con el marido.
Para Meléndez, una sociedad ideal sería aquella en la que se practique una democracia intrafamiliar, en la que hombres, mujeres y niños participen con igualdad.
Consecuencias
El problema con el machismo no es solamente que provoque discusiones por una cena echada a perder.
Como dice la investigadora en femicidio de la Alianza del Movimiento de Mujeres de Panamá, Alibel Pizarro, “en estos momentos cualquier mujer que sale a la calle está expuesta a la violencia”, porque los números revelan que la violencia contra la mujer es el segundo delito de mayor incidencia en el país.
Estadísticas del Observatorio Panameño contra la Violencia de Género (OPVG) de la Defensoría del Pueblo revelan que en el primer semestre de 2010 murieron 41 mujeres de forma violenta. De esta cantidad, 28 casos (el 70%) son catalogados como femicidios.
En 2009, por su parte, hubo 80 muertes y el 68% fue femicidio. Buena parte fue “femicidios íntimos”, es decir, asesinatos en los que el agresor mantenía una relación familiar o íntima con la víctima.
El informe del OPVG destaca que una cantidad importante de las mujeres que fallecieron a manos de sus parejas o ex parejas había interpuesto denuncias por violencia doméstica.
La directora de Protección de los Derechos de las Mujeres de la Defensoría, Joyce Araujo, explicó que la cultura machista insiste en colocar a la mujer en roles vinculados con la maternidad, el cuidado de los hijos y la atención al marido.
“El patrón común en la sociedad es la mujer calladita, que sepa cocinar, que tenga muchos hijos –pero que no disfrute el sexo porque es pecado–, y que sea fiel”, recalca Araujo.
De los hombres, mientras tanto, se espera que sea fuerte y el jefe de la casa.
Tal como dijo Meléndez, para cambiar esta realidad debe promoverse una cultura de igualdad en la que se respete a cada quien por su condición de ser humano.
¿Y la justicia?
Pues parece no existir.
Tal como dice la ex magistrada Esmeralda de Troitiño, hay un número importante de casos que no llegan a sentencia y otros varios que se cierran por sobreseimiento, porque el juez no encontró pruebas suficientes para determinar responsabilidades.
De Troitiño destacó, además, que los procesos por violencia doméstica suelen ser largos y penosos, y la mujer que se atreve a denunciar al verdugo termina siendo víctima, otra vez, porque no se le da la protección que requiere.
Fuente: La Prensa, 2010