10 Años después del 11-S

10 AÑOS DESPUÉS DEL 11-S


Nuria Marín

1. Con frecuencia escuchamos que los eventos del 11-S, cambiaron el mundo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuál fue el cambio más importante?

Efectivamente hay un antes y un después del 11-S en muchos niveles, quizás el más importante es la incorporación del combate del terrorismo como la columna vertebral de la política exterior de los Estados Unidos.

Esto, al igual que sucedió durante la Guerra Fría en el que el combate del comunismo fue la columna vertebral, tiene el peligro de inducir a sobre simplificaciones.

Otros cambios importantes fueron a nivel sicológico, provocó un sentimiento de vulnerabilidad de los estadounidenses de poder ser atacados en territorio continental y una mayor conciencia de los peligros de los grupos fundamentalistas y fanatismos.

A nivel geopolítico la pérdida de legitimidad o liderazgo moral a partir del “poder blando” ante la invasión injustificada e ilegítima de Iraq y los abusos en derechos humanos, el debilitamiento de los liderazgos políticos (Bush, Blair, Aznar, Howard) y la erosión al multilateralismo.

A nivel económico fruto de la participación en las guerras de Afganistán e Iraq junto al endeudamiento y el recorte de impuestos, provocó el desangramiento de las arcas estadounidenses hoy con gravísimos déficits.

 

2. ¿Esencialmente, que caracterizó la política exterior de la Administración Bush,  a partir de esos eventos?

La concentración de lo que en Estados Unidos es conocido como el “hard power” o uso de la fuerza militar como reacción a los ataques del 11-S, con el derrocamiento del régimen del talibán y combate a Al Qaeda y con una intervención ilegítima a Iraq fundamentada en razones que probaron no ser ciertas: la inminencia de un ataque con armas de destrucción masiva (no había) y la vinculación de Saddam Hussein con Al Qaeda (no existía pues la vinculación real era con Irán).

La insistencia del uso de la fuerza militar en Iraq, separados de las Naciones Unidas, debilitó no sólo a la ONU sino al derecho internacional. En la misma vía se debilitó también el liderazgo de Estados Unidos mediante el “soft power” poder blando (liderazgo moral por principios y valores).

La legitimidad de los Estados Unidos también quedó seriamente lesionada por la revelación de la violación de derechos humanos en cárceles como Abu Grhaib, la aceptación de un concepto amplio e inaceptable por el gobierno de Bush del concepto de la tortura así como el limbo jurídico creado en el Centro de Detención ubicado en la Base de Guantánamo.

Estas situaciones ayudaron no sólo a erosionar la figura y liderazgo del Presidente George W. Bush sino que también afectaron alianzas históricas de los Estados Unidos, como fue el ejemplo de Francia y Alemania, entre otros.

A nivel de América Latina, las iniciales intenciones de una reforma migratoria se perdieron ante la preocupación por un más riguroso control fronterizo y de la población residente en el país.

A nivel interno, las legislaciones Patriot Act I y II privilegiaron la seguridad sobre los derechos individuales.

 

3. ¿En qué difiere la  política exterior  de la Administración de Obama con respecto a la de su antecesor?

Uno de las mayores fortalezas iniciales de Obama como candidato fue su oposición al tema de Iraq. En campaña prometió un cronograma de retiros inteligentes de tropas y un reforzamiento más bien de la presencia en Afganistán.

A nivel macro es la partida de la concentración en el uso del “hard power” por el “soft power” o más bien un nuevo concepto utilizado por la Secretaria de Estado Clinton, el “smart power”. La combinación inteligente de ambas más concentrada en la segunda.

Obama llegó al poder con el objetivo de recuperar el liderazgo y credibilidad de los Estados Unidos, el fortalecimiento de las Naciones Unidas, el uso del derecho internacional como pilar fundamental de la política exterior lo cual significa un cambio de 180 grados de su antecesor y es la razón por la que le fue concedido el Premio Nóbel de la Paz.

Sin embargo, la implementación de cambio de rumbo ha sido más lenta, complicada de lo que originalmente pensó, y el ejemplo más vívido de lo anterior ha sido la incapacidad del cierre de Guantánamo.

 

4. ¿Qué efectos tuvieron los hechos del 11-S y la reacción de Estados Unidos, en el liderazgo de ese país en el mundo?

Respondido en preguntas anteriores.

 

5. ¿Y cómo afectó específicamente a Costa Rica?

A nivel macro, quizás lo más importante es que la atención y política exterior de los Estados Unidos ha estado concentrada en otras partes del mundo lo que ha impedido que América Latina sea una prioridad.

Esto ha sucedido tanto en la administración Bush producto del 11-S y de las Guerras en Afganistán e Iraq así como la preocupación por el Eje del Mal, Irán y Korea del Norte, como en el caso de la administración Obama con los embates de la crisis financiera.  Pese a las buenas intenciones de un mayor acercamiento entre EEUU y América Latina como regiones esto realmente no ha sucedido.

A nivel de los nuevos requerimientos en seguridad en puertos, aeropuertos y transporte de bienes y servicios ha encarecido el ingreso de nuestras exportaciones a nuestro mercado más importante.

Para los costarricenses que viajan por trabajo o estudio a ese destino ha significado el cumplimiento de largos y engorrosos trámites y estar expuesto a mayores poderes de los cuerpos policiales y federales productos de las leyes Patriot.

Para los costarricenses que radican de manera ilegal en Estados Unidos, el tratamiento post 11-S junto a los altos niveles de desempleo post crisis, ha disminuido las posibilidades de aprobación de una nueve legislación migratoria.

Abelardo Morales

1.  Con frecuencia escuchamos que los eventos del 11-S, cambiaron el mundo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuál fue el cambio más importante?

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron un problema de la seguridad interna que inmediatamente escaló a la seguridad global y produjo dos cambios: el primero, un confrontación global entre sectores de radicalismo árabe y las tradicionales potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos y, la segunda, una extensión de las estrategias de seguridad, basadas en el combate al terrorismo, a las acciones de la política exterior de las potencias dominantes.  No obstante, el combate del terrorismo fue el discurso legitimador de un conjunto de acciones que en la práctica convirtieron a varios regímenes “enemigos” en los objetivos principales de las acciones militares. De esta forma el combate al terrorismo se convirtió en el eje central no solo de las estrategias de la seguridad global, sino de la política internacional de los Estados Unidos.

2.    ¿Esencialmente, que caracterizó la política exterior de la Administración Bush,  a partir de esos eventos?

La estrategia de política exterior se centró en las acciones de corte militar, orientadas al derrocamiento de algunos regímenes acusados de promover el terrorismo. Pero más que el combate al terrorismo, la estrategia estaba encaminada a reposicionar a los Estados Unidos en la estructura de poder global. Los problemas de la economía estadounidense y mundial ameritaban medidas de fuerza y no solo las tradicionales estrategias de aumento de mercados mediante mecanismos estrictamente comerciales. Era necesario volver al comercio propio de la época del poder duro.

3. ¿En qué difiere la  política exterior  de la Administración de Obama con respecto a la de su antecesor?

En muy poco. Obama simplemente reconoció los errores cometidos en Irak, pero concentró los esfuerzos militares en Afganistán y el Norte de Africa. De manera que el Gobierno de Obama, con distinto discurso y diferentes caras, ha replanteado los objetivos estratégicos de los Estados Unidos pero ha reorientado los instrumentos militares hacia nuevos objetivos. Hoy en día, Libia juega el papel que en su momento jugó Irak gracias a que ambos países estaban gobernados por cruentas y largas dictaduras militares, pero montadas sobre los más grandes pozos de petróleo.

4. ¿Qué efectos tuvieron los hechos del 11-S y la reacción de Estados Unidos, en el liderazgo de ese país en el mundo?

El poder en el medio internacional es una combinación de capacidades materiales, uso de la fuerza y prestigio.

La respuesta de los Estados Unidos ha intentado dejar en claro que ese país continúa siento la principal potencia militar a nivel global. Pero a pesar de esa característica, ya no puede ejercer un liderazgo en los asuntos globales sin la participación de las demás potencias competidoras. La pérdida de posiciones en la estructura económica global encuentra como respuesta la intensificación del uso de las medidas de fuerza. El liderazgo de los Estados Unidos es un ejercicio de poder y esta superpotencia experimenta una pérdida de estas capacidades desde la década de los setenta. Como toda forma de poder, el liderazgo es una relación socia.  No es un asunto coyuntural, no depende de un evento aislado como pudieron ser los eventos de 11-S; más bien éstos fueron uno de los síntomas de esa pérdida de posiciones globales, es obvio que esa potencia logrado importantes triunfos militares, el control de reservas estratégicas de petróleo, pero eso no se traduce automáticamente en un escalamiento de posiciones en liderazgo lobal. Por el contrario, podría ser que estos triunfos en lo inmediato y a largo plazo tengas consecuencias inversas en el liderazgo norteamericano.

5. ¿Y cómo afectó específicamente a Costa Rica?

Claramente hubo una profundización del olvido o descuido de los temas de importancia para los países de la región, Costa Rica incluida. Ese descuido se solventó concentrando la atención en los temas centrados en la seguridad y un mayor énfasis en el control de los mercados. Centroamérica siempre ha sido importante en la agenda de seguridad, en la medida en que las preocupaciones de la seguridad en otras áreas del mundo rebasan las capacidades de respuesta de los EE-UU-, el enfoque de la seguridad de reduce a solo unos cuantos temas. El resultado de esta situación es que esta área del hemisferio, desde México hasta Colombia, son hoy en día más inseguras y una de las regiones más inseguras del hemisferio. Y eso sin terrorismo….

 

Luis Guillermo Solís

El martes 11 de septiembre de 2001, exactamente durante el período de los ataques a las Torres Gemelas, me encontraba conduciendo junto a Doris Osterlof nuestro programa semanal de “Desayunos de Radio Universidad”.  Nuestro invitado ese día fue Monseñor Román Arrieta Villalobos, quien en ese momento todavía era Arzobispo de San José pero se encontraba ya a pocas semanas de convertirse en Arzobispo Emérito.  Todavía recuerdo nuestro estupor al escuchar lo que acontecía y la dificultad que tuvimos todos en ese momento y a lo largo del día para entender la trascendencia que el ataque tendría en las relaciones internacionales.

1.  Con frecuencia escuchamos que los eventos del 11-S, cambiaron el mundo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuál fue el cambio más importante?

Estoy de acuerdo con la afirmación en algunas cosas y no en otras.  Creo por ejemplo que a partir de ese momento los EEUU y Europa Occidental perdieron para siempre su sensación de invulnerabilidad y pasaron a experimentar una sensación -que persiste- de permanente amenaza.  También creo que los ataques ratificaron la existencia de “enemigos emergentes” muy distintos a los conocidos hasta el momento, lo cual conllevó el advenimiento de una etapa inédita de posmodernidad en las políticas de seguridad de muchos países, principalmente de los EEUU y sus aliados.  Pienso asimismo que los ataques del 11-S confirmaron la debilidad e incluso la obsolescencia del orden multilateral, muy valorado tras el fin de la Guerra Fría, el cual quedaría inexorablemente subordinado a las decisiones unilaterales de las potencias a partir de entonces.  Por otra parte, sin embargo, el mundo no cambió para 2/3 partes de sus habitantes quienes continuaron viviendo en condiciones idénticas a las que prevalecían antes de los atentados.  De hecho y a ese respecto, me gusta pensar que más que los atentados del 11-S, fueron sus consecuencias, sus derivaciones posteriores y ciertamente los ataques que sufrieron Londres y Madrid, los que realmente impactaron al mundo en los siguientes cuatro años.  Aquí habría que recordar la principal consecuencia de los atentados en el orden internacional: la invasión de Irak por los EEUU y la “Coalición de los Dispuestos” y el conjunto de factores que rodearon esa decisión.  Yo colocaría el acento allí, en el “imaginario del miedo” que surge como un enorme monstruo geopolítico que se construye a partir de esos eventos y se posiciona como el elemento más determinante de la política mundial de la última década.

2.  ¿Esencialmente, que caracterizó la política exterior de la Administración Bush,  a partir de esos eventos?

Precisamente lo que caracterizó a la política de la Administración Bush fue el uso recurrente, sistemático y aviezo del miedo como factor predominante de una política exterior que, a partir de entonces, se construyó en torno a la “doctrina” de la llamada “guerra preventiva”.  Sobre esto habría que decir que, pese a que los EEUU siempre han utilizado el recurso al unilateralismo, generalmente acompañado de acciones de fuerza, como recurso válido de su politica internacional (el ejercicio de lo que Joseph Nye denomina “hard power” y que Bill Clinton no tuvo problema ninguno en invocar en Somalia, Libia o en la ex Yugoslavia), después de los ataques Bush elevó esa práctica de manera superlativa y, en muchos sentidos, perversa.  El uso recurrente de mentiras en lo que tocaba a la situación de Irak, la vinculación falsa del pérfido régimen de Sadam Hussein con armas de destrucción masiva, la invasión ilegal del país a pesar de las resoluciones de NNUU y el posterior desarrollo de la guerra, todo ello refleja esa determinación unilateralista. Además Bush jugó la carta del miedo y puso a funcionar un impresionante aparato militar, de inteligencia y de control político (acompañado de un amplio menú de políticas domésticas de reducción de las libertades personales adquiridas en los EEUU desde mediados de los años 1960), cuyo resultado neto se mira hoy en el surgimiento de grupos ultra conservadores, patrioteros, fundamentalistas en lo religioso y crecientemente xenófobos como el Tea Party. Evidentemente Bush aprovechó los ataques para proseguir una política de control de los ricos yacimientos petrolíferos iraquíes así como también para construir un discurso amenazante frente a los llamados “Estados terroristas” que incluyó por supuesto a enemigos históricos de los EEUU como Irán, Corea del Norte, Cuba.  Semejante escenario ayudó, por idénticas razones, a Rusia y China e incluso países como la Colombia de Álvaro Uribe, a asumir posiciones equivalentes frente a sus oposiciones armadas o políticas que fueron severamente reprimidas al calificárselas de terroristas.  El costo financiero de estas políticas, además, conllevó una elevación desproporcionada del déficit nacional estadounidense (que aceleró la crisis que se producirá a partir del 2008).

3. ¿En qué difiere la  política exterior  de la Administración de Obama con respecto a la de su antecesor?

Básicamente Obama heredó el conjunto de despropósitos estratégicos y militares dejados por Bush y, pese a sus promesas de campaña, no ha podido ni enmendarlos, ni sustituirlos por políticas de diferente naturaleza y calado (excepción hecha de una más bien “simbólica” reducción de tropas estadounidenses en Irak).  De hecho, Obama fue una víctima más del 11-S al verse obligado a continuar la ejecución de las políticas militares de Bush en toda la zona so pena de ser considerado un “mal patriota”.  El advenimiento de la gran crisis financiera, que coincidió con su llegada al poder y fue el resultado de la total desregulación financiera promovida por Bush junto al endeudamiento para financiar la guerra y sus principales beneficiaros internos (el “complejo militar-industrial”), ha sido uno de los principales problemas que Obama ha tenido que soportar.

4. ¿Qué efectos tuvieron los hechos del 11-S y la reacción de Estados Unidos, en el liderazgo de ese país en el mundo?

Creo que en un primer momento los ataques produjeron un impresionante y justificado apoyo a los EEUU.  Incluso después del ataque y una vez que la Administración anunció su determinación de perseguir a sus perpetradores “hasta el fin del mundo, usando los medios que se requiera y por las vías que fuesen necesarias, ese apoyo se mantuvo.  En mi opinión ni siquiera los Estados enemigos de los EEUU  dejaron de condenar los ataques aunque matizándolos con argumentos poco convincentes.  La situación cambia dramáticamente, sin embargo, una vez que la Administración Bush decide proceder cómo procedió convirtiendo los ataques en una excusa para poner en marcha una política de agresión ilegal y basada en mentiras de la peor clase en Irak y otras regiones.  A partir de entonces creo que los EEUU perdieron mucho de su ascendiente moral en el mundo y pasaron más bien de ser víctimas de ataques monstruosos, a la condición de victimarios vengativos y codiciosos con poca autoridad moral para exigir una conducta decente en las relaciones internacionales contemporáneas.

5. ¿Y cómo afectó específicamente a Costa Rica?

Lo afectó en varios planos.  Por una parte, los ataques permitieron a la administración Rodríguez consolidar la histórica alianza de CR con los EEUU, condición que incluso se reflejó en el plano regional centroamericano.  En efecto, en ese marco, CR apoyó la adopción de una estrategia centroamericana (anunciada en la Cumbre de El Zamorano, Honduras, en octubre de 2001), que habría sido impensable por sus evidentes perfiles militaristas, en otro momento histórico.  Pero en mi opinión la consecuencia más drástica y grave de los atentados en nuestro país ocurrió varios años después de que ocurrieron, en el marco de la invasión ilegal de los EEUU en Irak.  En ese marco, las desafortunadas declaraciones del presidente Abel Pacheco justificándola fueron el preámbulo de una de las más reprobables decisiones de gobierno alguno de nuestro país: la decisión de acompañar solidariamente la invasión como parte de la “Coalición” creada por la administración Bush.  Esa decisión, que violó el principio de neutralidad así como una larga tradición de paz y respeto al Derecho Internacional de nuestro país, seguirá siendo uno de los baldones más lamentables en la historia de la política exterior costarricense.

 

Jorge Mora Alfaro

1. Con frecuencia escuchamos que los eventos del 11-S, cambiaron el mundo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuál fue el cambio más importante?

Los hechos ocurridos el 11-S marcan un punto de ruptura entre el panorama político, militar, económico y social del siglo XX y los acontecimientos que sobrevendrán, en esos mismos aspectos, en el siglo XXI.  Tres cambios considero son los más significativos:

  1. En el plano internacional los atentados ponen en evidencia, por un lado,  la expansión del uso del recurso del terror en el mundo, la vulnerabilidad de la principal potencia mundial y la posibilidad de que un acto terrorista puede acontecer en cualquiera de los países más poderosos del planeta y sus consecuencias extenderse a la sociedad global. Por otro lado, ocurre el traslado del eje de la confrontación Este-Oeste,  propia del mundo bipolar, al enfrentamiento con el terrorismo internacional motivado por objetivos culturales, religiosos y políticos. Esta modificación comprende la variación en la conducta de algunos países, en el sentido de considerar legítimas sus intervenciones políticas y militares en cualquier lugar en donde sientan desafiada  su seguridad, en donde consideren se han establecidos grupos o gobiernos calificados como terroristas y hasta donde están dispuestos a extender sus acciones, con el propósito de mantener esas amenazas alejadas de sus territorios.
  1. En el plano de las políticas de seguridad nacional, se establecen límites a la privacidad y, en general, a los derechos individuales. En esa dirección se mueven varias de las leyes antiterroristas aprobadas en diversos países del mundo. En los Estados Unidos, la aprobación de la Ley Patriótica (USA Patriot Act) generó un profundo debate por la suspensión y límite establecido a algunas libertades y derechos constitucionales.
  2. En el plano social y cultural, las tendencias a una mayor integración cultural y a valorar el carácter diverso y multicultural de la sociedad sufren un importante retroceso al incrementarse el racismo, la  xenofobia y el hostigamiento contra las personas practicantes de la religión islámica, de origen árabe o cuyas manifestaciones culturales, entre ellas sus formas de vestir, se consideren inaceptables o las lleven a ser consideradas como potenciales enemigos.

2. ¿Esencialmente, que caracterizó la política exterior de la Administración Bush,  a partir de esos eventos?

La política exterior de la Administración Bush, a partir del 11-S, coloca en un lugar central de su estrategia la “guerra antiterrorista”. El enemigo fue denominado como el Eje del Mal, el cual estaba integrado por Iraq, Irán y Corea del Norte.

En un discurso pronunciado en The Woodrow Wilson Center, en 2005, el presidente Bush manifestó lo siguiente: “El 11 de septiembre cambió a nuestro país; cambió la política de nuestro gobierno. Adoptamos una nueva estrategia para proteger al pueblo estadounidense. Perseguiríamos a los terroristas dondequiera que se escondiesen; no haríamos distinción alguna entre los terroristas y aquellos que los protegen, y reforzaríamos nuestra seguridad dentro del país al promover la libertad en el oriente medio”

En el marco de esta guerra la Administración Bush emprende las operaciones militares en Afganistán (2001) e Irak (2003), incrementa de manera considerable los gastos militares, se prolongan los programas de defensa provenientes de la época de la guerra fría, se impulsan nuevos programas y se aumentan los gastos para mantener la seguridad en las fronteras, los puertos y los aeropuertos.

La seguridad nacional se coloca como el eje de la política de la Administración Bush. De particular importancia resulta el hecho de que las guerras de Afganistán e Irak son ejecutadas sin contar con el financiamiento federal para ello, el  incremento del gasto militar, así como los gastos en la seguridad de la navegación aérea, el transporte marítimo y las fronteras, ocurre en un marco de una política de reducción de impuestos a las corporaciones, combinación de medidas cuyo resultado es el crecimiento desmedido de la deuda pública. Esta situación se ve agravada por el incremento en los precios del petróleo como resultado de la guerra, situación que se tradujo en el consumo significativas cantidades de recursos públicos.

3. ¿En qué difiere la  política exterior  de la Administración de Obama con respecto a la de su antecesor?

La Administración Obama ha transcurrido durante buena parte de su período enfrentando una de las crisis económica y social de mayor impacto desde la Gran Depresión del 29. Este acontecimiento, con profundas consecuencias en la sociedad estadounidense, unido a los resultados negativos obtenidos en las elecciones parlamentarias y una pérdida significativa de su popularidad, han reducido su margen de maniobra y afectado la correlación de fuerzas requerida para poner en práctica plenamente las modificaciones  en las políticas  implantadas por su antecesor, los cuales fueron parte del discurso de cambio con el cual accedió a la presidencia de su país.

Hasta el momento, la continuidad de la guerra en Afganistán y del uso de mecanismos controvertidos para combatir el terrorismo internacional, así como el aumento en el robusto presupuesto militar, hacen surgir importantes dudas sobre la magnitud de los cambios. A pesar de esto, es claro que la paulatina retirada de las tropas de Irak o el mayor acento de su política exterior en la diplomacia, el derecho internacional y el multilateralismo, así como la disposición a reducir los arsenales nucleares, muestran algunos elementos de cambio en relación con una agenda unilateral y la política signada por la guerra antiterrorista del presidente Bush.

 

4. ¿Qué efectos tuvieron los hechos del 11-S y la reacción de Estados Unidos, en el liderazgo de ese país en el mundo?

Los atentados del 11-S fueron repudiados de manera categórica en la mayoría de los países del mundo y en los principales foros mundiales, suscitándose un espontáneo sentimiento de solidaridad con el pueblo estadounidense.  Además, la evidencia de la vulnerabilidad ante el terrorismo de una potencia mundial, generaba un sentimiento de inseguridad a lo largo del mundo occidental. Este primer momento de identificación generado en estas circunstancias, fue seguido de un período de incertidumbre y, más adelante de una creciente crítica y oposición a las políticas agresivas y unilaterales adoptadas en la declarada guerra antiterrorista.

Los Estados Unidos han visto disminuir su hegemonía internacional y las medidas adoptadas por la Administración Bush, en respuesta a los atentados del 11-S, lejos de permitir la recuperación de su liderazgo, provocó un aumento la hostilidad en varias partes del mundo, sobre todo en aquellos países o regiones que se sintieron directamente impactadas por las intervenciones o las acciones unilaterales emprendidas por la potencia militar y sus aliados.  Las justificaciones para actuar al margen de los mecanismos multilaterales, no fueron compartidas por numerosas personas y grupos alrededor del mundo.

El surgimiento de la crisis económica global de 2008, los problemas del sistema financiero, la profunda dificultad enfrentada por las finanzas públicas estadounidenses, los altos costos de mantener las intervenciones militares en Irak y Afganistán, así como las importantes divisiones internas de la sociedad norteamericana, restringen –no eliminan-  sus posibilidades de actuar de manera decisiva en el ámbito internacional y de ejercer, enteramente, su hegemonía política, ideológica y militar.

 

5. ¿Y cómo afectó específicamente a Costa Rica?

Costa Rica mantiene un modelo de apertura económica sustentado en múltiples interrelaciones con las más importantes economías del mundo, principalmente con Norteamérica, Europa, Asia y América Latina. Por este motivo, los acontecimientos ocurridos en las sociedades con las cuales se mantienen mayores relaciones de intercambio, tales como Estados Unidos o la Unión Europea, ocasionan consecuencias directas en la vida nacional. El impacto del 11-S en la navegación aérea, en una primera reacción de temor de las personas a volar, trajo consigo efectos negativos en el comportamiento del turismo. La guerra de Irak, por su parte, provocó un significativo aumento en los precios del petróleo con consecuencias muy fuertes para el Estado costarricense y la economía nacional. Más adelante, las medidas de seguridad paulatinamente adoptadas por los Estados Unidos y otros países alrededor del mundo, dificultan el comercio internacional. Las medidas de seguridad encarecen los costos de transacción, se prolongan los plazos de entrega de los productos básicos comercializados, aumentan las primas de los seguros e igual lo hacen el reforzamiento de los dispositivos de seguridad establecidos en las fronteras, los puertos y los aeropuertos. Finalmente, desde el punto de vista político, el país fue llevado a alinearse con la política exterior estadounidense y a integrarse en la coalición de países que respaldó la invasión a Irak, rompiendo con su política exterior de neutralidad perpetua.

 

Carlos Murillo

1.  Con frecuencia escuchamos que los eventos del 11-S, cambiaron el mundo. ¿Está de acuerdo con esa afirmación? ¿Cuál fue el cambio más importante?

Totalmente de acuerdo, el 9-11 fue un cambio no solo de orden internacional, sino de lo que se denomina la arquitectura global. El principal cambio es que se completó el proceso de desarrollo del poder difuso en lo estatal e internacional. Esto implicó un reconocimiento de que nuevos actores no gubernamentales tenían capacidad de desafiar lo que, hasta la fecha, se consideraba el poder absoluto del Estado. Ello significó el inicio de un replanteamiento de la estrategia militar vigente en los últimos siglos. Y si se altera la base del sistema, necesariamente habrá repercusiones en la dinámica de las relaciones interestatales y en general internacionales. En ese sentido, el 9-11 marcó el inicio de la construcción de un nuevo sistema internacional tras el largo periodo de transición que comenzó con el fin de la Guerra Fría en 1989-90.

2.    ¿Esencialmente, que caracterizó la política exterior de la Administración Bush,  a partir de esos eventos?

La política exterior de la administración Bush fue, quizás, el área temática que más resultó afectada por los eventos del 9-11, pues Washington enfrentó a un enemigo que no respondía ni a las características de un actor estatal ni a aquellas típicas de los movimientos insurgentes de la segunda mitad del siglo XX. Esto demandaba un cambio en los lineamientos de política exterior para incorporar en sus relaciones bilaterales a un actor (Al Qeda) que tenía el suficiente poder para trastornar la dinámica de las relaciones internacionales, pero sin tener la legitimidad de los Estados. Para subsanar ese problema es que Washingtn tuvo que ligar a Al Qeda con un Estado (Irak) para poder implementar acciones clásicas (operaciones militares y diplomáticas). Esto se daba en momentos en que el mundo entero apoyó decididamente a EEUU, al menos hasta la intervención militar en Irak. Tales acciones debilitaron la política exterior de Bush, pues la convirtió en una compleja política de presiones entre lo estatal y lo sistémico.

3. ¿En qué difiere la  política exterior  de la Administración de Obama con respecto a la de su antecesor?

El escenario internacional y la posición estadounidense en el sistema global hoy es muy distinta a la que enfrentó EEUU en la década pasada; esto ha hecho que la administración Obama enfrenta retos y desafíos distintos a los de Bush. De igual forma hay una tendencia hacia un reacomodo de fuerzas en el sistema internacional, con el péndulo dirigiéndose hacia lo que denomino un “bipolarismo suavizado” (Washington-Pekín). Esto obligó a la Casa Blanca y el Departamento de Estado a redifinir algunas de sus prioridades de política exterior. De igual manera el mundo no tiene la misma relación de convergencia/divergencia con EEUU y esto afecta la dinámica de la política exterior.

4. ¿Qué efectos tuvieron los hechos del 11-S y la reacción de Estados Unidos, en el liderazgo de ese país en el mundo?

El liderazgo estadounidense pasó por dos etapas: i) su consolidación tras el 9-11 y hasta antes de la intervención militar en Irak; y ii) su debilitamiento a partir del 2003 por las operaciones militares en Irak y Afganistán, pero sobre todo cuando se revela que la información utilizada para tomar la decisión de intervención militar no fue correcta. Sin embargo, el deterioro de ese liderazgo no solo se atribuye al 9-11 sino también a otros factores domésticos e internacionales. Sin embargo, el sistema internacional continúa basado en el orden internacional estadounidense (por eso de habla de un orden pos-estadounidense), puesto que Washington continúa siendo la principal y prácticamente la única superpotencia global a inicios del siglo XXI; pero su liderazgo se basa en una compleja combinación de factores.

5. ¿Y cómo afectó específicamente a Costa Rica?

La principal repercusión sobre Costa Rica fue producto de la decisión de la administración Pacheco no solo de apoyar la intervención militar en Irak, sino el ser parte de la alianza militar. Esto afectó la posición tradicional del país, que históricamente solo había apoyado las intervenciones militares en el marco de la ONU. La posterior decisión (obligada por acciones judiciales) del retiro de la coalición, no tuvo mayores repercusiones internacionales para el país, porquelo relevante fue el hecho que durante algunas semanas formó parte de la coalición que realizaba operaciones militares en Irak.

En general en el país repecutieron, al igual que en el resto del mundo, las medidas de seguridad que adoptó EEUU, tanto en materia de transporte aéreo como de intercambio comercial.

 

 

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